Hasta hace pocos años, un portero no era considerado esencialmente un futbolista, al menos no de la misma manera que los demás.
En el fútbol, todo gira en torno a un objetivo: la portería.
Unos van al gol, otros a la defensa, pero todos (delanteros, centrocampistas, defensas) utilizan los mismos elementos: los pies y, sobre todo, la cabeza y el pecho.
En el juego, sólo el portero puede utilizar las manos. Así, mientras todos los jugadores tienen más o menos como objetivo marcar goles, el objetivo del portero es interrumpir. Sin embargo, en los últimos años, las funciones de los porteros y de los jugadores han convergido. Con el cambio de las reglas de cesión, el uso de tácticas de fuera de juego y el cierre de espacios, es necesario que los porteros mejoren su capacidad de controlar el balón con los pies para poder participar más activamente en el juego.
Rendimiento de los porteros de fútbol
Cada posición en el campo requiere una determinada calidad de jugador. Lo ideal es que los porteros tengan cualidades físicas como tamaño, fuerza, agilidad, reflejos y coordinación. Además, las reglas del juego cambian de vez en cuando, lo que hace más difícil para los porteros aprender nuevas habilidades y enfrentarse a otros retos: penaltis: tiros libres si recogen un balón proporcionado por un compañero, tiros de rebote si tocan el balón con las manos fuera del área, tiros libres si derriban a un atacante cuando se precipita hacia sus pies, etc.
Al mismo tiempo, los delanteros se aprovechaban de los cambios en las reglas y aplicaban nuevas estrategias para batir al portero (por ejemplo, simulando una caída ante el portero, aunque no estuvieran obligados a lanzar un penalti).
Hasta hace unos años, ser flexible y valiente era suficiente, pero las exigencias aumentan cada día. Ahora, el portero puede ser tanto el último defensor como el que inicia el ataque.
Por eso hay que tener en cuenta la singularidad del puesto: el portero es único – funciona de forma diferente, se viste de forma diferente, requiere una gran concentración mental – puede estar inactivo la mayor parte del tiempo, pero su contribución puede ser crucial en determinados momentos – no puede ganar los partidos por sí solo – con algunas excepciones, no marca goles – pero puede perderlos, y si falla, casi no puede redimirse.
Un delantero que encaje un gol será perdonado si marca en el siguiente partido, pero si el portero mete un gol será recordado por ello, aunque en ese caso tenga un penalti.
Son situaciones diferentes en las que más vale que el portero tenga una fuerza mental especial, entre otras cualidades, para que en los momentos de derrota no se venga abajo y sea capaz de sobreponerse.
El legendario portero de la Real Sociedad, bicampeón de liga y del mundo, Arkonada, todavía es recordado por haber sido clave en la victoria de España sobre Francia en la final de la Europa League en París, cuando una entrada fallida hizo que el balón pasara por debajo de él. El portero del Bayern de Múnich y de la selección alemana, Oliver Hahn, nombrado mejor portero del mundo en 2002, fue clave en la victoria de España contra el Real Madrid en el partido de la Liga de Campeones de febrero de 2004, y los medios de comunicación deportivos le acusaron de estar en baja forma y de fallar “goles como el de Arkonada”. Los futbolistas de campo aprenden de sus aciertos, los porteros aprenden de sus errores y, a veces, de sus “excesos” a la hora de parar goles que creían que no iban a llegar.
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